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Fuentes de calor en el laboratorio de química
Fuentes de calor en el laboratorio de química
¿Por qué necesitamos calentar cosas en el laboratorio de química?
¡Perdona! ¿Qué estás haciendo? ¡Calentando esto! Como me pediste. ¡Pero no me refería con una vela! ¡Así nunca vas a terminar! Para que se produzcan algunas reacciones químicas, tienes que calentar la mezcla. Vale, te enseñaré las diferentes formas de calentar las mezclas. Puede que una vela no sea la mejor fuente calorífica porque solo suministra una pequeña cantidad de calor.
El otro problema de una vela es el residuo negro que desprende: el hollín. Para evitar el hollín, puedes usar una lámpara de alcohol, que quema líquidos inflamables. Genera una llama no mucho más caliente que la de una vela, pero no deja restos de hollín. Necesita combustible para arder, así que asegúrate de saber qué tipo de combustible usa para rellenarla cuando quede poco. ¡PERO! Rellena la lámpara de alcohol solo cuando se haya enfriado.
De lo contrario, podría producir… ¡Sí, una gran bola de fuego! Aquí tenemos la mejor fuente de calor del laboratorio… Quema gas inflamable, que se introduce por un tubo lateral. Se inventó en la década de 1850 y recibió el nombre del químico alemán Robert Bunsen: así lo llamamos el mechero Bunsen. Éste tiene la llama más caliente. Puede alcanzar temperaturas de más de mil grados centígrados. Lo que en realidad lo hace práctico es que puedes ajustar la cantidad de aire que circula a la llama, así como la cantidad de gas que quema.
Menos aire si deseas una llama más fría… o más si quieres una llama más caliente. Menos gas para una llama más pequeña… o más para una llama más grande. ¡Pero espera! ¿POR QUÉ no usar entonces una fogón? En química, solemos utilizar pequeños recipientes para calentar. Gran parte del calor de un fogón se disiparía en el aire. Y, si el fogón es eléctrico, no calentará tan pronto como un mechero.
Tampoco puedes cambiar la temperatura tan rápido. Entonces, ¿qué fuente de calor debes usar? ¡Bueno, todo depende del experimento! Si dudas, siempre puedes preguntarle a tu profesor… ¡Ten cuidado! ¡O procura contar con un experto de confianza!